Todo mal

Fecha de publicación01 Marzo 2021
AutorIsaacKatz

El presidente tiene una idea equivocada de la soberanía y esto se traduce en minar las condiciones necesarias para el progreso de México, este sí, principal sustento de la soberanía. El presidente cree que la soberanía radica en que el gobierno, propietario de fierros, sea el monopolista en la provisión de energéticos, tanto de productos derivados del petróleo como de electricidad. Este anacronismo, basado en la idea de que Lázaro Cárdenas expropió el petróleo (cuando lo que expropió fue la industria petrolera, es decir los fierros) o de que la nacionalización de la industria eléctrica por Adolfo López Mateos fue un acto de patriotismo (cuando lo que en realidad hizo fue la adquisición de los activos en manos de empresas privadas, medida necesaria para poder llevar a cabo la construcción de un sistema eléctrico nacional integrado).

Con esa equivocada idea, ha dedicado ingentes cantidades de recursos escasos para canalizarlos a Pemex, empresa que es notoriamente ineficiente y que además está quebrada, con un capital neto negativo. Y ahora, con el mismo argumento de “fortalecer la soberanía nacional” envió al Congreso la iniciativa de reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, misma que ya fue aprobada por los diputados de Morena y partidos que los acompañan y que seguramente será también aprobada por el Senado, mostrando no sólo su ignorancia sino, más aún, que ni siquiera leyeron (y menos aún entendieron) el T-MEC que ellos mismos aprobaron.

La reforma es a todas luces inconstitucional, al ir en contra de la competencia en la generación de energía eléctrica y de cambiar las reglas del juego bajo las cuales empresas privadas, nacionales y extranjeras, invirtieron, además de violar el Tratado.

En la reforma se establece que el orden de prelación en el despacho de energía eléctrica sean primero las hidroeléctricas (sin considerar que el agua en las presas también tiene un destino agrícola y de abastecimiento de agua a centros poblacionales), a las cuales seguirán todas las plantas de la CFE (nuclear, ciclo combinado, termoeléctricas). Posteriormente entrarían las plantas de ciclo combinado de los Productores Independientes de Energía, después las de generación eólica y solar y por último las de ciclo combinado propiedad de empresas privadas.

Todo mal por varias razones. Primero, las hidroeléctricas sólo pueden aportar el 15% del total de energía generada (suponiendo que el clima ayuda)...

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