Toledo, por amor al beisbol

AutorBeatriz Pereyra

En el verano del año 2000 a Graciela Iturbide se le antojó tomarle unas fotos a Francisco Toledo "con avestruces". Sabedora del amor que el artista oaxaqueño le tenía a los animales, lo animó a viajar a la Mixteca a un criadero. "Pero espérate, le voy a pedir a Alfredo Harp que me preste unos arreos. Fíjate que las patas de avestruz se parecen a lo que se ponen los catchers en las piernas", le dijo. Toledo el artista.

Muchas de las fotografías que Iturbide le tomó a Toledo durante las casi cuatro décadas que la amistad los mantuvo juntos fueron idea de ambos: ella proponía y él, como artista, la influenciaba. Lo que encontraron en el criadero en realidad eran emúes, esas aves corredoras más bajitas que las avestruces, pero de gran parecido; tienen tres dedos en las patas cuando las otras, sólo dos. "Lo que me encantó es que efectivamente tenían las patas así, con la misma forma que los beisbolistas cuando están vestidos. Se puso hasta la careta. Lo bonito fue cómo se le ocurrió pedir prestado el equipo porque relacionó el beisbol con avestruces. Esa idea de Toledo, como muchas de mis fotos, fue una creación maravillosa", cuenta Itur-bide en entrevista con Proceso.

Influencias

La maestra Iturbide nunca publicó las fotos. Entre imágenes diluidas por el tiempo apenas recuerda que un día caluroso de agosto de principios de siglo viajaron en coche a quién sabe dónde a ver los bichos esos a los que Toledo se quiso parecer poniéndose un peto en el pecho y los arreos encima de los huaraches.Toledo el pelotero.

Y cómo no, si en Juchitán, la tierra que lo adoptó -"al fin que uno es de donde se siente"-, de puro beisbol se habla. Si en Mi-natitlán, el hijo del aprendiz de zapatero a quien un trabajo en Petróleos Mexicanos lo llevó al sur de Veracruz, vivió entre los seis y los 12 años. Ahí respiró beisbol, ese de los peloteros negros que el racismo despreció en Estados Unidos; ese que arrojó a México a Monte Irvin, Cool Papa Bell, Josh Gibson, Ray Dandridge; a los cubanos Martin Dihigo y Ramón Bragaña.

El beisbol veracruzano invernal. Toledo se alimentó de esas leyendas, las de los Azules del Veracruz del empresario Jorge Pasquel. Toledo el fanático. Por eso en sus grabados y dibujos los peloteros negros llevan mano. Los inmortalizó en su obra. Toledo el defensor de minorías.

Un trozo de papel, un poco de grafito y su mente brillante fueron los ingredientes para plasmar el brazo de un pitcher en movimiento pelota en mano; de un catcher en cuclillas...

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