La tormenta perfecta

AutorAndrés Carvas

RÍO DE JANEIRO.- De acuerdo con una idea extendida en Sudamérica, el futbol es el único fenómeno en Brasil que puede alterar la percepción de la vida pública y privada, unificar el ánimo popular y moldear la opinión de la sociedad y los individuos acerca del devenir político, económico y social.

Frases hechas como "el deporte es así" o "hay que saber perder" quizá sirvan de consuelo en México o España, naciones futboleras. Pero esas perífrasis en ningún caso mitigan la rabia en Brasil, al que Alemania le metió cinco goles en 29 minutos. Al final, el Scratch du Oro perdió su semifinal por 7 a 1 y quedó fuera de su propia fiesta.

Y lo peor: la cruda le costará cientos de millones de dólares a los brasileños, y quién sabe si será un catalizador de nuevas protestas en la calle.

En un país tan supersticioso y místico como el brasileño -donde todavía perduran religiones traídas por los esclavos llegados de África hace cuatro siglos-, miles vieron un presagio en las lágrimas de Neymar, después de que fue lesionado en el duelo de octavos contra Colombia. El mensaje: lo que vendría no sería mejor.

Centenas percibieron otro "mensaje del cielo" antes del juego contra Alemania: en las horas previas al partido comenzó a diluviar sobre la playa del barrio de Copacabana, donde la FIFA instaló el Fan Fest para que la gente sin boletos siga los partidos. Lo que sucedió después confirmó los peores augurios.

Sobre la playa mojada, unos 100 mil brasileños aguantaban estoicamente bajo el aguacero mientras presenciaban la tromba de goles alemanes en la gran pantalla. Súbitamente el Maracanazo se tornó un tierno recuerdo.

En las entradas de los edificios del barrio burgués de Río, los porteros no daban crédito ante sus pequeños televisores. "Hoy me siento avergonzada de ser brasileña. Siete goles en nuestra propia casa", reconocía, perpleja y llena de rabia, Celiani, una señora de unos 60 años.

Internet se convirtió en el viaducto por donde fluía la sorna motivada por la derrota histórica. Jamás un encuentro deportivo generó tantos tuits como el Brasil-Alemania, según la FIFA. La computadora y el hombro del prójimo se tornaron en el único consuelo. "¿Cómo puede haber pasado esto? No me lo creo... Dime que no es verdad, por favor", pedía a su pareja, con voz entrecortada por las lágrimas, un joven que se refugiaba en una escalera de servicio para desahogarse ante tamaña frustración.

La calle tardó poco en rugir. Llovieron insultos contra la presidenta Dilma...

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