La tortuosa búsqueda en los archivos de la muerte

AutorMonica Cerbon/Quinto Elemento Lab

En un salón de cortinas azules hay una computadora y un viejo reñector. Las sillas son pupitres negros. Es la Academia de Policías de Puerto Vallarta, Jalisco, donde un trabajador del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) exhibe un power point con fotografías de 45 cuerpos u osamentas de personas fallecidas no identificadas.

Son cuerpos irreconocibles que desde 2011 aguardan a que les regresen la identidad. Osamentas desgastadas. Algunos encontrados en fosas clandestinas. Uno se tiene que imaginar en dónde estaban los ojos, la nariz, la boca. También hay huesos negros, casi calcinados, imposibles de distinguir. Son de hombres de entre 45 y 50 años; sólo uno es de mujer.

Es lunes 17 de agosto. Familiares de personas desaparecidas que pertenecen al Colectivo Buscando Personas, Verdad yjusticia, y viajaron desde Aguascalientes, buscan entre esas imágenes de horror a sus hijos. Está María de Jesús de León, Chuy, como le dicen, que busca a su hijo José Guadalupe Rodríguez, desaparecido hace nueve años en el puerto junto con Arturo Muñoz, hijo de Angélica Romo, también presente. Javier Espinosa Granados busca desde hace 13 años a un hijo que lleva su mismo nombre. Los acompañan ocho activistas que pertenecen al Observatorio de Violencia Social y de Género (OVSGA).

María de Jesús respira profundo y rápido cuando ve los cuerpos. Javier Espinosa, ante el horror que acompaña a las muertes, baja la mirada. Angélica Romo prefiere no mirar. Una mueca de enojo se dibuja en la cara de las activistas, inconformes con el cruel método de identificación.

Entre osamentas calcinadas y cuerpos incompletos es imposible distinguir a José Guadalupe y la playera azul con la que desapareció, a Arturo con su camisa a cuadros café o a Javier y sus tenis blancos.

"De esta persona sólo se encontró la mitad del cuerpo, del abdomen para abajo", dice la perito del IJCF, Mar Tovar Peña, al mostrar una foto de extremidades humanas encima de una mesa metálica.

Javier Espinosa se pregunta cómo podrá identificar a su hijo si sólo ve cuerpos destrozados, huesos y rostros desfigurados, y lamenta la exhibición de esos pedazos: "A tu familiar se lo llevaron bien, que lo vayas a ver de esa manera te trastorna. Hay gente que no aguanta. Nos dañan".

El conoce esa tortura de buscar de se-mefo en semefo: en abril de 2007 su hijo Javier recogía su pago por un trabajo de al-bañilería cuando un comando armado se lo llevó con ocho personas hacia las afueras de Aguascalientes, por eso también lo busca en otros estados.

La sospecha de que el familiar desaparecido haya sido llevado a una entidad diferente a la de origen es siempre una posibilidad que hace que la búsqueda...

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