Los torturaron, los mutilaron, los atropellaron...

AutorFrancisco Castellanos J., Jorge Covarrubias y Marcelo Ramírez Herrera

OCOTLÁN, JAL.- Las siete capillas fúnebres de esta cabecera municipal trabajaron a toda su capacidad entre los días lunes 25 y miércoles 27 de mayo: en ellas tuvieron lugar las velaciones de 34 jóvenes oriundos de este municipio, quienes murieron en Ecuandureo, Mi-choacán, a manos de la Policía Federal (PF). En los velatorios la indignación y la rabia de familiares y amigos de las víctimas son más fuertes que el llanto y el dolor. Los asistentes coinciden: los federales usaron fuerza desmedida para asesinar a los jóvenes, sin darles oportunidad de defenderse. Si fuera verdad que hubo un enfrenta-miento entre federales y sicarios del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), como dijo el comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, entonces no hubieran tenido oportunidad de torturarlos, razonan los familiares. A algunos los quemaron; les rompieron los dientes; les fracturaron los brazos; les mutilaron manos, piernas o testículos y algunos hasta recibieron el tiro de gracia.

Ocotlán aún no terminaba de asimilar el enfrentamiento entre la PF y el CJNG del pasado 19 de marzo -en el que murieron cinco federales, cuatro civiles y dos sicarios-, cuando una tragedia mayor se sumó a la historia de violencia que asuela a esta región jalisciense limítrofe con Mi-choacán, debido a la lucha que grupos de la delincuencia organizada libran por el control de la zona.

Así, del lunes 25 al miércoles 27, las siete capillas de velación recibieron los cuerpos de 34 jóvenes fallecidos el viernes 22 en el Rancho del Sol, en Ecuandureo, donde según la versión oficial murieron en "enfrentamiento" 43 personas, 42 de ellas presuntos integrantes del CJNG.

Esos días los dos cementerios municipales de Ocotlán vieron las mismas escenas: con bandas de música, globos blancos y camionetas con música a todo volumen -como se acostumbra aquí cuando alguien muere con violencia-, los 34 de Ecuandureo fueron enterrados.

Y en uno de los cementerios municipales, ese martes un hombre robusto, de tez morena, con los ojos enrojecidos por el llanto y una botella de whisky en la mano, gritó: "¡Viva El Pollo, cabrones! ¡Chingue a su puta madre el gobierno!". Luego vació el licor dentro del ataúd de madera donde, guardados en una bolsa de plástico negro, estaban los restos de su hijo, una de las víctimas de la matanza. Un mariachi tocaba "El muchacho alegre".

En los dos panteones municipales de Ocotlán trabajan 12 personas que tuvie-ron que hacer hasta dobles turnos para enterrar en esos días a 34 de las víctimas de la matanza. De ellas, 11 habitaban la colonia Infonavit 5, en esta cabecera. Por instrucciones de los familiares no hubo una sola cremación. Todos los cadáveres fueron sepultados.

Cada noche, a las 20:00 horas, en un altar de la calle Libra en la colonia Infonavit 5 se reza el novenario. "Al finalizar vamos a traer música y tocarles las canciones que les gustaban a los muchachos", dice Carito, una de las vecinas.

Pero campea la incertidumbre: "Estas 42 muertes van a traer consecuencias. Más sangre. Va a morir más gente, no nos vamos a quedar así; estamos muy adoloridos. Yo veo a los federales y me dan ganas de matarlos", espeta Gerardo García Pineda, hermano de una de las víctimas.

Dudas generalizadas

De acuerdo con los testimonios de los ocotlanenses que fueron al Servicio Médico Forense (Semefo) de Morelia a identificar a sus familiares, no se trató de un enfrentamiento, pues había cadáveres sin dedos, sin dientes y hasta uno sin manos, piernas ni testículos; además, señalan, fueron violados con objetos.

"Eso no fue un enfrentamiento, fue una masacre", dice a este semanario Víctor Hugo Reynoso, hermano de Luis Alberto, una de las víctimas. "Hasta un niño de 14 años fue abatido. ¡Qué animales!

"Uno había perdido un ojo, otro tenía golpes en el rostro, uno más con los dientes sumidos por el impacto de un objeto y otro más tenía un tiro en la cabeza", agrega.

"En las fotografías que circularon en las redes sociales se demuestra que primero los cuerpos aparecen sin armas, y luego portan fundas y carrilleras. Las imágenes muestran a los abatidos descalzos y hay sangre en las camas, en las colchonetas", precisa, y agrega: "Los agarraron dormidos. No hubo tal enfrentamiento; con la cantidad de armas que supuestamente tenían, y si dicen que son presuntos...

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