Una tragedia de película

Apenas cuatro días habían pasado del espeluznante asesinato cometido por Alfredo Ballí Treviño, quien inyectó pentotal sódico y descuartizó vivo con un bisturí a un joven con el que habría sostendo una relación sentimental, cuando el auto de Raúl Pérez Villagómez empezó a tener problemas sobre el Kilómetro 26 de la Carretera Laredo-Monterrey, cerca del parador El Oasis. Eran cerca de las 21:00 horas del 12 de octubre de 1959.

Raúl, de 32 años y profesión dentista, decidió buscar ayuda en Sabinas Hidalgo, por lo que pidió aventón y dejó en el auto a sus hermanos Martha, Hilda y Juan Manuel, de 20, 19 y 13 años respectivamente. La familia regresaba de una jornada de compras en Estados Unidos por la próxima boda de Hilda.

Al volver con una grúa, Raúl halló sin vida por disparos de arma de fuego adentro del coche a Martha y Juan Manuel, en tanto Hilda se hallaba agonizante. Raúl aceptó que el conductor de la grúa enganchara el auto desbielado y se lo llevara a Sabinas, donde un médico confirmó la muerte de los hermanos y ordenó el traslado de Hilda a Monterrey en una ambulancia.

La inusual tragedia casi hizo olvidar la noticia macabra protagonizada por Ballí. Grave, Hilda describió las características del agresor: estadounidense, de tez blanca, cabello cortado a cepillo y con una cicatriz o "cascarita" en el labio superior. Dijo que llegó en un auto, que detuvo adelante del suyo, y al bajar preguntó en inglés por el carro e intentó ponerlo en marcha.

Los hermanos rieron al ver que el hombre no podía arreglar el auto, por lo que éste sacó una pistola y disparó contra Juan Manuel y Martha. Antes gritó en español: "¡Reconózcanme! ¡Soy un bandido!". El padre de la joven, Salomón Pérez, reiteraría esta descripción y agregó que su hija le vio al asesino un diente de oro.

A Hilda también le disparó, además de golpearla con el arma en el brazo y en la boca al intentar detenerlo. Ella intentó taparse de las balas con las manos, hiriéndolas, y dijo que alcanzó a verla las "llamaradas" del arma contra ella y sus hermanos. .

LA CACERÍA

La autoridad emprendió un operativo para seguir la pista de gente que cruzó la frontera durante las horas previas al crimen. Edgar Hoover, director del FBI, alertaba a través de EL NORTE sobre criminales peligrosos en México.

Uno de los estadounidenses que levantaron sospecha fue el conductor de un auto a nombre de Carroll Simmons, aunque el agente de la aduana reconoció que había recibido un dólar por dejarlo pasar bajo el...

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