Tras 50 años seguimos con 9 medallas olímpicas, lamenta Queta Basilio

AutorSamuel Estrada

Cinco décadas han transcurrido de un año de contrastes en México. 1968 está marcado en la memoria de la nación por aquel 2 de octubre en el que la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco vivió uno de los episodios más sangrientos en la historia del país. El Distrito Federal albergó 10 días después la inauguración de los XIX Juegos Olímpicos en el estadio de Ciudad Universitaria.

El graderío lucía pletórico. En el tradicional desfile de deportistas fueron representados 112 países -según cifras del Comité Olímpico Mexicano- ante la mirada del presidente en turno, Gustavo Díaz Ordaz, quien posteriormente hizo la declaratoria inaugural.

De los 5 mil 516 atletas inscritos en las competencias 781 eran mujeres. Muestra fiel del momento que se vivía a nivel mundial en materia de equidad de género.

La antorcha olímpica siguió la ruta que tomó Cristóbal Colón el 3 de agosto de 1942 para llegar a América; 2 mil 778 relevos que iniciaron el trayecto el 23 de agosto de 1968 recorrieron 13 mil 620 kilómetros hasta que el fuego de la justa llegó a su cita con la historia.

Norma Enriqueta Basilio Sotelo nació el 15 de julio de 1948 en Mexicali, Baja California, y 20 años después se convirtió en el último relevo de esa travesía. Pasó a la historia como la primera mujer en encender un pebetero de los Juegos Olímpicos modernos, luego de subir 93 escalones ante el júbilo de más de 70 mil personas que atestiguaron el suceso.

Hoy, con 70 años, Queta Basilio -como le dicen de cariño- recibió a Proceso en su domicilio en la colonia Narvarte. Mostró un par de álbumes que atesoran parte de la historia atlética de una niña que a los 15 años experimentó el salto de altura y los 400 metros planos, pero a quien los obstáculos la sedujeron hacia el combinado nacional de atletismo que se formó en mayo de 1967, previo a los juegos de verano.

Basilio viste una blusa naranja que combina con su pantalón jaspeado entre tonos blancos y negros. Tomó asiento apoyada en el comedor café que tiene para ocho personas. Recorre minuciosamente los álbumes y expone página por página fotografías de su familia, de su infancia y juventud, pero sobre todo de aquel año en el que el mundo volteó hacia México.

Son las imágenes de una mujer que se convirtió en un ícono no sólo deportivo, sino de equidad de género en años "difíciles para México y el mundo", como lo describe.

"No saben qué viajes tan hermosos", dice con nostalgia sobre aquellas horas en ferrocarril partiendo desde Mexica-li. Con...

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