"Tras candilejas", ópera para niños

AutorMauricio Rábago Palafox

Oscuro total, la obra va a comenzar: "¡Hola! ¿Hay alguien ahí? ¡Hola...! Creo que estoy solo...", exclama un ajolote llamado Tras Candilejas, quien busca a su madre tratando de no alejarse mucho de su pecera. Comienza un diálogo al principio no muy amistoso con

Don Aguilardo Severino del Ala Ancha, un águila real, guardián del teatro. Todos los títeres que veremos durante corresponden a animales en peligro de extinción. El ajolote, Tras candilejas y Don Aguilardo no son parte de El barbero de Sevilla; son, digamos, presentadores.

Comienza la ópera y Fígaro, el barbero, es una abeja; el barítono que canta (Vladimir Rueda), debe además manejar el títere de la abejita, lo cual le añade una dificultad adicional a la de por sí dificilísima obra. Siempre hemos opinado que las obras de Rossini deben ejecutarse a 432 Hertz, la frecuencia en que las concibió el autor y no en la cada vez más alta afinación actual de 440 o más; eso las haría mucho más cantables, más accesibles.

Rápidamente se une a la escena el Conde Almaviva, que en esta producción es un jaguar, quien para no ser reconocido por Rosina como un noble, se disfraza de gato doméstico (este tenoril personaje fue interpretado por Ricardo Castrejón). El jaguar está enamorado de Rosina, una quetzal que vive en una jaula dentro de la mansión del viejo Bártolo (Rosina fue interpretada por la mezzosoprano Julieta Beas y sin duda, quien mejor cantó de todo el elenco). Don Bártolo, el tutor...

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