Del Tratado de Guadalupe Hidalgo al TLCAN

AutorJudith Amador Tello

Hace 170 años, el 2 de febrero de 1848, se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo (TGH) mediante el cual México perdió ante Estados Unidos más de la mitad de su territorio (unos 2 millones 400 mil kilómetros cuadrados). Fue resultado de una guerra abusiva, injusta y atroz iniciada por el presidente demócrata estadunidense James K. Polk con argumentos falaces.

La historiadora Fabiola García Rubio, especialista en historia de Estados Unidos y de México, y profesora del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras, expone en su libro La entrada de las tropas estadunidenses a la ciudad de México. La mirada de Carl Nebel, publicado por el Instituto Mora en 2002, las argucias de Polk para solicitar al Congreso de su país autorización para la invasión:

Al comunicar al Congreso un estado sucinto de los agravios que hemos sufrido por parte de México y que han venido acumulándose durante un periodo de más de 30 años, procuramos cuidadosamente toda expresión que pudiera conducir a enardecer al pueblo de México o a frustrar o demorar una solución pacífica. [..] El gobierno mexicano no solamente rehusó recibirlo o escuchar sus proposiciones, sino que después de una larga y continua serie de amenazas, al fin ha invadido nuestro territorio y derramado la sangre de nuestros ciudadanos.

Tan vigente como el tratado es el sentimiento antinorteamericano que la guerra y la invasión iniciada en 1846 provocó en miles de mexicanos. Podría decirse que se ha reavivado y acrecentado en las nuevas generaciones luego de la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, por sus amenazas de construir el muro en la frontera, condicionar a éste la renegociación del Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN), amenazar a los llamados dreamers, y más.

Ya en las crónicas hechas durante la invasión (Apuntes para la historia de la Guerra entre México y Estados Unidos, 11 de agosto de 1848) se reflejaba con profundo pesar el malestar que causó ver ondear en Palacio Nacional la bandera de las franjas y estrellas, a la llegada de las tropas estadunidenses a la Ciudad de México el 14 de septiembre de 1847:

"En la noche del 15 presentaba México el contraste más espantoso. Por una parte, los mexicanos, encerrados en sus casas, se entregaban a la consternación y al desaliento, mientras que por otra, la soldadesca triunfante, llena de júbilo, y excitada por licores y embriagantes, sentía deslizarse las horas entre la risa y la algazara.

"Con la aurora terminó el espanto de los unos y la insultante alegría de los otros; y el Sol que años antes vio a México libertado por sus heroicos hijos, alumbró a un pueblo esclavo y resignado ya con su ignominia."

¿Cuál es la lección? ¿Cómo debe ser ahora, en el siglo XXI, la relación entre ambas naciones? Una relación que, además, va desde la amistad y fraternidad de sus pueblos, hasta la a veces tersa o ríspida, y siempre desigual relación diplomática, política, económica y comercial de sus gobiernos.

En entrevista con Proceso, García Rubio, también directora de área en el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), en el cual impartirá la conferencia "México y Estados Unidos en la primera mitad del siglo XIX", el próximo sábado 17 de febrero a las 12:00 horas, hace un recuento histórico de la guerra de invasión de 1846-1848 y, en suma, de las condiciones en las cuales México se vio precisado a firmar el Tratado de Guadalupe...

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