Trump le deja campo libre a China

AutorAdrián Foncillas

BEIJING.- Ningún líder se ha atrevido a atacar a China con tal virulencia como Donald Trump: acusó al gigante asiático de manipulador de moneda, mayor ladrón de la historia, violador de Estados Unidos...

Pero ese fragor sinófobo no altera a Bei-jing. Por el contrario, está convencido de que Trump le proporcionará tiempos gloriosos. La retirada del republicano le permitirá a China respirar en Asia, acrecentar su influencia global y liderar asuntos tradicio-nalmente gestionados por Washington, como el cambio climático o el libre comercio. Obama llevó las relaciones bilaterales a su punto más bajo desde que Richard Nixon las restableciera en su viaje a Bei-jing en 1972. Su "viraje hacia el Pacífico" en 2011, tras sus dolorosas campañas en Afganistán e Irak, ha angustiado a China.

Es necesario imaginar la situación contraria para entenderlo: pongamos que Bei-jing firma alianzas de defensa militar con todos los gobiernos hostiles a Washington en América, traslada ahí lo mejor de su armamento, pasea cíclicamente sus submarinos nucleares frente a las costas de Florida y cierra acuerdos económicos regionales que excluyen a Estados Unidos.

Trump supone el fin de esa estrategia de contención militar, económica y política en un área que suma 38% de la población mundial, la mitad del comercio y 59% del PIB.

Los indicios ya apuntan a un cambio de escenario antes de que Trump pise la Casa Blanca.

Por ejemplo, el presidente filipino, Rodrigo Duterte, ha roto las estrechas relaciones con Estados Unidos (además de llamar hijo de puta un par de veces a Obama) y las ha estrechado con China para que ésta le ayude con las inversiones en infraestructura que necesita su país y con la lucha contra la droga.

Najib Razak, primer ministro malayo, ha enfriado sus relaciones con Washington porque la justicia estadunidense investiga el escándalo de corrupción por el que habría utilizado un fondo público para su beneficio.

Algunos gobiernos que se encuentran bajo el paraguas estadunidense, como Japón o Corea del Sur, están inquietos debido a que el millonario neoyorquino ha sugerido que dejará de prestarles protección militar.

La incertidumbre alcanza al Mar del Sur de China, donde media docena de países confían en Washington para contener las reclamaciones territoriales de Beijing. Sólo el tiempo dirá en qué medida se retira Estados Unidos del vecindario chino, pero es seguro que Trump no le dedicará tantos esfuerzos como su predecesor.

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