Turismo bajo ocupación

AutorBeatriz Lecumberri

BELÉN, PALESTINA.- El autobús blanco con matrícula israelí se detiene a las puertas de la iglesia de la Natividad. De él bajan unos 25 turistas latinoamericanos y su guía, que los conduce hacia la entrada del templo. La media de edad del grupo ronda los 50 años. Faltan sólo dos semanas para Navidad y en los rostros de los viajeros se observan la impaciencia y la emoción por estar tan cerca de uno de los puntos esenciales de su visita a Tierra Santa: el lugar donde según la tradición nació Jesucristo.

La guía explica en español la historia de este lugar sagrado, las destrucciones y reconstrucciones del templo, la repartición del lugar sagrado entre católicos, griegos ortodoxos y armenios, y la actual renovación de la iglesia. Siguen los flashes, selfies y videos para la familia.

"Estoy feliz. Tan feliz que casi ni me lo creo. Es un sueño estar hoy aquí", dice Nora, fotografiándose frente a la entrada de la Gruta de Belén. De origen hondureño, esta mujer vive en Estados Unidos desde hace más de 20 años. Su viaje a Tierra Santa transcurrirá principalmente por lugares situados o controlados por Israel. El único punto de su peregrinación que está administrado por el gobierno palestino será esta ciudad, epicentro de la fe cristiana y azotada y aislada por la ocupación.

Pero ni Nora ni la mayoría de los integrantes del grupo parecen mostrar demasiado interés en saber más de las circunstancias actuales de esta ciudad de 30 mil habitantes que cobija a una importante comunidad de palestinos cristianos. Algunos ni siquiera han caído en la cuenta de que no están en territorio israelí. "Mi viaje tiene motivaciones religiosas y no quiero hablar de esas cosas", zanja la turista.

"Nosotros ya habíamos venido", interviene Vicente, de México, que viaja con su esposa. "Vinimos hace 17 años, poco después de los atentados del 11 de septiembre. No había nadie por aquí. Estaba desierto. En esta ocasión vemos que hay muchos más turistas y estamos tranquilos. No sentimos el conflicto que hay en esta tierra", explica.

El grupo aguarda su turno y pasará escasos minutos en la Gruta de Belén, un pequeño espacio donde se venera el lugar en que pudo situarse el pesebre de Jesús.

Una oración, más fotos y de vuelta al autobús. El grupo saldrá de la ciudad atravesando un retén militar israelí y también la barrera de separación que Israel construyó desde 2002 en toda Cisjordania y en torno a Jerusalén con el argumento de impedir la entrada de terroristas. Este muro aísla de Jerusalén a los habitantes de Belén, ciudades ligadas por la religión y la historia.

Las dos localidades se encuentran a sólo una decena de kilómetros. Cualquier palestino de Belén necesita hoy un permiso israelí para cruzar esta barrera.

"Sí, vi el muro y me dio miedo. Una sabe que ha habido...

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