¿Quién para la UNAM?

AutorErnesto Villanueva

La polarización entre quienes sienten afectados sus intereses y expectativas y quienes, por el contrario, vislumbran cambios graduales en su beneficio, se ha vuelto un deporte nacional. Ni duda cabe, en este proceso hay vencidos y vencedores y cada quien va a defender el modelo de vida que le parezca correcto en esta lucha donde cada parte pone en práctica las herramientas que tiene a su alcance para generar una internalización de valores radicalmente distintos en el sistema nervioso central de la sociedad. Estoy a favor en su esencia de la 4T, con diferencias en lo accesorio. No obstante, no me cabe duda que la UNAM debe permanecer al margen de ese vigoroso intercambio de argumentos, posturas y definiciones en pugna, sin que se den espacios para sesgos institucionales de ningún tipo ni se convierta en botín político de nadie. De ahí, por tanto, que el proceso de designación del titular de la Rectoría requiere que se priorice la independencia de criterio, la prudencia en la conducción de la Universidad y, por supuesto, los resultados que permitan hacer más con menos.

En ese marco la posición facilista es quedarse callado y ver los toros desde la barrera. Es la condición humana. Como es de conocimiento público, no ocupo (ni quiero ocupar en modo alguno) ningún cargo en la administración universitaria. Mi posición, que aquí comparto, reside en el interés superior del país y de los universitarios. Nada más, pero nada menos. Estoy convencido de que debe fijarse postura y con elementos objetivables de quién y por qué debe tener la responsabilidad de conducir la UNAM el siguiente periodo. Estoy seguro que el actual rector, Enrique Graue, debe seguir en el cargo, por varias razones, entre las que de forma enunciativa señalo las siguientes: a) El rector Graue no es un político profesional ni quiere serlo. No representa a ningún partido ni sector, lo que paradójicamente en el pasado hubiera significado una debilidad. Hoy, por el contrario, es una fortaleza; muy pocos pueden exhibir esa impronta personal; b) Como es sabido, Graue arribó a la Rectoría a contracorriente de los grupos tradicionales que...

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