El Valedor / ¡Bienaventurados los pobres..!

¿Usted también, doctor Simi? Yo lo tenía por un individuo de más dignidad, no el arribista, logrero y poca-vergüenza que me ha resultado. Respeto nunca llegó a inspirarme, pero hasta ayer su persona amagaba con caerme en gracia como lo que es: un espécimen más de esa variopinta galería de entes esperpénticos que paren el trópico, el subdesarrollo y los siniestros personajes que asaltan el poder y desde ahí empobrecen el nivel de vida de unas masas cada vez más dependientes, pasivas y renegonas; unas masas que ahí van, desesperanzadas y con su esperanza irracional a flor de pelleja, qué contrasentido. Pero no, doctor Simi, conocido también en los documentos oficiales como Víctor González: usted ha enseñado que su forja es de cobre, lo que yo ya sabía, pero cobre de muy mala ley, cosa que hasta ayer ignoraba. Doctor Simi, alias Víctor González.

¿Así que también usted? ¿Recurre también usted a esa estrategia barata de publicidad vil que mama y que medra de la necesidad de los pobres mexicanos que son los mexicanos pobres? ¿Así que además, para magnificar sus limosnas, acude usted a la nota de prensa y se proclama benefactor de "los que menos tienen", asqueroso eufemismo, con esta retórica pacotona:

Como si fueran los ancestrales peregrinos, cientos llegaron a las Farmacias de Similares con la intención de ser los primeros en recibir los regalos navideños que anuncia el Dr. Simi, que consisten en productos de la Canasta Básica, cruzada emprendida para ayudar a los que menos tienen...

Así que también usted, a la advocación de los empobrecidos por el Sistema, ha entrado de lleno al festival de la desvergüenza. Por sus públicas acciones calculo su nivel cultural, y cierto estoy de que nunca ha leído la tradición literaria del esperpento, desde mi señor Dn. Francisco de Quevedo y Villegas hasta Francisco Ayala, pasando por Valle Inclán y el resto de la soberbia picaresca española. Ahí se ve usted reflejado, mi doctor similar...

Y cómo pudiese ser de otro modo, si la literatura del esperpento recrea vida airada y milagros de pícaros de toda laya que se nos tornan paradigmáticos: el falso ciego, el tahúr, el baldado y el bigardón diestro en las artes de la engañifa y la trampa; el curita rijoso y la trotaconventos; la tercerona en amoríos de traspatio, o sea la alcahueta, la celestina, con la doncella recién zurcida y la que encornamenta a su pastueño marido, vale decir el confiado que entra por derecho al engaño. Ya en la época actual se toparía...

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