El valedor / La mano de Calderón

El político mexicano, mis valedores. Predecible es en la visión reduccionista de los gobernados, porque de cierto sabemos que como político en activo habrá de aprovechar su manejo del poder para saquear el erario público, y no más. Miguel Alemán, Fox y Salinas nos darían la razón, pero no. Junto a la actividad delictuosa manejan y tienen que enfrentar, al propio tiempo, una enorme cantidad de problemas a cual más de complejos y dificultosos, en donde la mayoría de los tales dejan su marca de identidad. La macroeconomía, uno de los problemas relevantes, junto con la seguridad pública.

La seguridad. Felipe Calderón enfrentó el problema. Se acercó al avispero y con la bayoneta de un R-15 picoteó el guaricho, y fue entonces cuando en este país escribió la parodia de otro aficionado al ánfora: Winston Churchil: "sangre, dolor y lágrimas".

El carnicero agregó algunos elementos para el duelo nacional: heridos, desaparecidos, daño colateral y poblaciones deshabitadas, mientras que Laredo y puntos circunvecinos se llenaban de refugiados. Escalofriante.

Pues sí, pero el duelo no cesa. El matancero se fue junto con su concilio de beatos del Verbo Encarnado, pero su herencia se padece hoy, en el tiempo del antiguo-nuevo Tricolor: tanto o más derramamientos de sangre, tantas o más dramáticas escenas de dolor, una mayor cantidad de lágrimas de todos los huérfanos de todos sus hijos. Y no existen vallas metálicas, ni guardias presidenciales, ni muros de la angélica Casa Blanca que protejan del sufrimiento y la iracundia popular. Y lo que es el rumor, la conseja, la maledicencia: a ojos de las masas sociales asunto que el matancero tocaba cuando encuevado en Los Pinos, asunto que pasaba a salar, a abortar, a echar a perder. Y cómo no, si de un zurdo sólo podemos recibir la mala suerte, según lo jura la conseja popular, y esto sin más base que la ignorancia. La mano zurda.

- Pues claro...

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