El Valedor / Fuera del mundo

Los locos, mis valedores. Con uno de ellos me fui a topar ayer tarde, cuando a lo sonámbulo erraba por alguna calleja del arrabal. Yo andaba enfervorizado con mi amantísima, que tornaba del Istmo, que es decir del trópico, la feracidad, la vida en hervor...

- Pues sí, pero Dios: cuánto ha cambiado mi tierra...

Ahí, dolorida voz, la tehuana recitó el catálogo de plagas que a estas horas abruman la tierra de su querencia.

- Como el resto de México: golpeadas por la crisis. Si vieras...

Una ráfaga de viento me echó en la cara tufos, humores, cachos del bolero romántico: mi arrabal. A lo lejos, sirenas. A lo lejos.

- El terruño en que me crié, si lo vieras; empobrecido desde Miguel de la Madrid y hasta hoy día. Las tierras de mi querencia, tan azotadas por la rudeza del verdugo distante, insensible, que gobierna México.

Ajale. Respingué: "¡Nallieli, que te pueden oir!" Miré en torno. Sólo el trascuerdo, por suerte. Más allá, gente anónima, silenciosa gente que iba y venía, olas de un sordomudo mar. En los viandantes percibí el espíritu de mi barrio, tan pobre de espíritu como de esperanzas y del qué comer. Mi gente.

- ¿Qué? ¿No nos gobierna a chicotazos?

- Pero hasta el año dos mil, el de los Pinos es intocable, acuérdate.

- ¿Y quién está hablando de él? Yo me refiero a Clinton.

El mundo, en derredor, ceniciento. La oí suspirar. "Clinton". repitió.

Miré a los que iban pasando: gacha la testa, vencidos los hombros, con aire de esclavos erraban rumbo a rumbos imprecisos. Como sonámbulos que vienen y van. "Aquí tampoco les ha ido bien, que digamos".

Ahora fui yo. Me estremeció un suspirillo, y entonces me fui a percatar de que yo también...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR