El Valedor / Políticos de quita y pon...

¿Que qué? ¿México rasga sus relaciones diplomáticas con Cuba? No, no, un momento, aclarémoslo: ha sido la Casa Blanca la que del fuego sacó las castañas con la mano del gato. Y no más. Que el gobierno de Fox decida romper relaciones con Castro, allá él, y no le arriendo las ganancias. Pero al pueblo de México y por una aturdida, visceral decisión de gobierno, ¿cercenarle a su hermano de sangre y raíz, de historia común, tradiciones, lenguaje, cultura? Eso nunca, faltaría más...

Muy de mañana acusé el golpe, y traté de responder, y nada encontré a la mano más allá de este volumen del Poeta de Cuba, Nicolás Guillén, del que ofrezco a todos ustedes virutas de poemas que traigo a flor de memoria. Digo éste en mi mente, digo aquél, y sí: verso a verso voy captando, catando, cantando, un anchuroso retazo de la historia nacional de la Isla a partir de la humana historia de su poeta, desde aquellos tiempos anubarrados en que Cuba era, y no más, tres entidades distintas y una sola, indignante indigencia:

El negro - junto al cañaveral - el yanqui sobre el cañaveral - la tierra bajo el cañaveral - ¡Sangre que se nos va..!

Mis valedores: releo a Guillén. Percibo su poesía como zumo que es y raíz de cubanidad, de la cubana negritud. El poeta reivindica lo suyo a aletazos de versos de extraordinaria sonoridad, ritmo novedoso y buen son; de una bullanga y un dolorimiento que vienen del barracón y que se afincan en raíces del Africa distante. Voces negras, ritmos alucinantes y esas onomatopeyas que retumban en las percusiones del bongó y la tumbadora, mágicos ritmos de la semilla afrocubana.Ya desde West Indies Ltd. (1934) se desnuda esa ironía amargosa del negro forastero en su propia tierra; se descaran la protesta social y esa exasperación que avienta a Guillén a la sorna: "Me río de ti, negro imitamicos -que abres los ojos ante el alarde de los ricos!" Sarcasmo amargo con el que Guillén da esta soberbia definición de la Cuba de aquel entonces:

Coroneles de terracota - políticos de quita y pon - café con pan y mantequilla - ¡Que siga el son!

Ahí está ya, vivo en cuerpo y rabia, el verso comprometido con su día y hora, con su tierra y su negritud; verso que remueve conciencias sin abandonar el plano del arte ni esos moldes de esencia cubanísima - y universales, por eso mismo-, con la cadencia y el canto y el contracanto de un folklore que es mixtura de dos borbollones de sangre entremezclada: "Azúcar para el café - lo que ella endulza me sabe - como si...

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