¡Vamos mijas! / La cárcel es para los pobres y los pendejos

A pesar de que nací con la luna de plata, con alma de pirata y que soy de las clientas consentidas de mi Jack Sparrow privado, me considero una persona recta, honrada y respetuosa de la ley.

Soy buena ciudadana. Respeto los derechos de los demás, a pesar que muchas veces no se hayan respetado los míos. Pocas veces he delinquido.

Sin embargo he estado injustamente detenida un par de veces. Confieso que después de las 11 pm no respeto ni la Ley de la Gravedad. Esto lo hago solamente cuando es tarde y voy sola en mi coche. Me paro en la esquina como lo marca el semáforo, limpio la zona con la mirada. Nada por aquí, nada por allá. Llantas pa' que las quiero. Lo hago para salvaguardar mi vida, a partir de que en esta Ciudad hay tanta inseguridad y de que las nuevas modalidades de asaltos están a la orden del día.

Mi primer e injusto encuentro con la ley fue cuando tenía 13 años en el Parque Alcalde. Ya llovió. Entonces aún había de esas especies, ahora en extinción, novios de manita sudada. Juro que no estábamos haciendo nada moralmente indebido. Mi novio y yo éramos casi niños. Felices en las lanchitas. Nos cerraron el parque. Se nos ocurre ingenuamente pedirle ayuda a unos policías.

Nunca lo hubiéramos hecho. Casi nos violan a los dos mensos. Nos acusaron de faltas a la moral. Nos chantajearon con decirle a mis papás que nos habían cachado poniéndole Jorge al niño. Nos tuvieron horas y horas. Querían que mi novio fuera a conseguir una lana, de lo contrario nos "ficharían" y seríamos llevado a la Procu. Regresamos a pie a Polainas, ya en la madrugada nos soltaron.

Nos vieron tan pobrazos, que se dieron por vencidos. Muchos de ustedes, queridos lectores, han pasado por esto. Han sido víctimas de extorsión por algún representante de la ley. Tengo un primo policía. Me ha dicho que algunos de sus "parejas"...

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