¡Vamos mijas! / ¿Qué le vamos a dar güerita?

El pasado mayo se incendió el Mercado Corona, uno de los más emblemáticos lugares de esta Ciudad.

Cualquier tapatío que tenga más de cincuenta años debe acordarse por diversas razones de ese inmueble.

Era una referencia obligada para localizar, comprar, bobear, ligar, adquirir hasta lo inimaginable en el Centro.

Por, junto, cerca, en, afuera, adentro, a unas cuadras, a los alrededores de dicho mercado, había algo para satisfacer todo tipo de necesidades.

Si el Corona hubiera hablado habría contado la historia de millones de tapatíos a lo largo de su existencia.

Los vio nacer, crecer, desarrollarse, casarse, salir del clóset, divorciarse y morirse. Tomarse un chocomil a la pasada, antes de tomar el camión.

La familia completa le entraba a los tacos de canasta, después de confesarse en la Merced o en Santa Teresa.

En la pubertad, el Cuauhtémoc atestiguó las primeras idas al cine con Manuela o el ligue en los baños públicos de mucho gay.

Otros miembros de la diversidad usaban su creatividad para decorar fiestas, bodas, con sus adornos florales.

Las que querían casarse, divorciarse, agarrar novio, antes de correr a rezarle a San Antonio, se daban una vuelta al Corona por su dotación de toloache, o algún otro afrodisiaco para amarrar a la presa.

Los yerberos de la planta alta tenían la cura hasta para el cáncer, la impotencia y enderezaban jorobados.

Caminar por los alrededores evoca todos los sentimientos de mi niñez y adolescencia empezando por la comedera, al pasar por ahí nos llegaban todo tipo de olores.

Tacos de lo inimaginable. Ricos tamales. Durante mis años de secundaria, en cuanto juntaba lana comía tamales de pollo con atole.

En las navidades de mi casa no podían faltar los pollos rostizados. El Café Moka, la Flor de Córdoba, San Remo, las delicias de las cremerías, especialmente de la Cotijense, Mamá Coneja etcétera.

Me volví del club de la masita, comprando birote salado, elotes, miel de abeja en penca, pinole, granadas dulces y cuanta cosa se pudiera llevar uno a...

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