Vampiros

AutorJohn M. Ackerman

Los hombres y las mujeres más adinerados de México han declarado una guerra de clase en contra de todos los trabajadores del país en venganza por la huelga magisterial. Aparte de sonar los tambores de guerra, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN) y la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) también amenazan con suspender el pago de sus obligaciones fiscales, incluyendo sus contribuciones al Instituto Mexicano de Seguro Social (IMSS).

Hay que entender bien el mensaje. Los oligarcas buscan ahorcar a toda la clase trabajadora, dejándola sin servicios médicos, jubilaciones o cualquier prestación social, como castigo por su osadía de salir a las calles en defensa de su derecho humano fundamental a una vida digna. Al escalar el conflicto de esta manera, los empresarios monopólicos han convertido la lucha de los maestros en contra de la reforma educativa en una lucha generalizada del pueblo humilde a favor de la justicia social.

Todo lo público le es ajeno a los dueños del país. Consideran cualquier gasto en escuelas, hospitales, transporte, espacios o servicios públicos como un desperdicio, una dádiva inútil para "vándalos" y "flojos" que supuestamente no pueden proveer por sí mismos. Y debido a su formación neocolonial e ideología racista los oligarcas se quejan con particular amargura cuando el gasto público fluye al sur del país.

Pero en realidad la situación es a la inversa. Quienes no trabajan son los capitanes de las empresas monopólicas que se dedican a jugar golf y a revisar sus estados financieros sobre botellas de champagne. Sus empresas no serían nada sin el sudor y la enorme dedicación de los trabajadores mexicanos. Asimismo, es el sur de México el que cuenta con mayor potencial para desarrollarse humanamente a partir de sus milenarias tradiciones indígenas y su gran historia de solidaridad y participación social.

Al parecer, ya quedó en el pasado aquella época en que México todavía contaba con empresarios preocupados por el futuro de su país. Aquellos empresarios patrióticos entendían que el gasto público no era un desperdicio sino una inversión en la fuerza de trabajo y en la fortaleza de la nación. ¿Quedará algún empresario hoy dispuesto a levantar la voz públicamente en defensa de México, sus maestros y su gente?

Hoy quienes comandan la economía nacional solamente se preocupan por sí mismos. La mayoría pasan más tiempo fuera del país, en sus departamentos en...

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