Vas a dar mil pesos por mes

Más de una decena de papeletas amarillas penden adheridas a una pared de la Coordinación de Trámites y Regularizaciones de la Dirección de Inspección y Vigilancia de Monterrey, antes Dirección de Alcoholes.

Detrás de su escritorio de madera, René Gallegos Guerra, titular de la oficina, toma una con la leyenda “Restaurante Bar CR08, Diego de Montemayor entre Aramberri y Modesto Arreola”, y se dispone a atender al presunto dueño del negocio ficticio, quien en realidad es un reportero encubierto.

Sin apartar la vista de la pantalla de su laptop, el funcionario enciende un cigarro, le da un toque profundo y lanza la cuota mensual y las concesiones de la protección especial que permitirán al supuesto propietario operar el negocio inmediatamente, a pesar de carecer de la licencia de Alcoholes municipal.

“Vas a dar mil pesos por mes”, dice Gallegos con una voz ronca que cuadra con su complexión gruesa.

“Tú vas a jalar a partir de este viernes”, agrega, mientras marca el 13 de febrero en un calendario con fotografías de futbol. “Todos los días vas a jalar”.

La cuota es sólo temporal, aclara Gallegos Guerra, servirá para que el antro opere por unos meses, mientras pasan las elecciones del 5 de julio y es posible realizar un cambio de titular a una licencia de Alcoholes, sin exponerse al golpeteo político derivado de la proliferación de giros negros.

Después de los comicios, explica el funcionario, tramitará la modificación a un permiso municipal que sería comprado por el supuesto propietario a un tercero, una operación prohibida por el Reglamento de Alcoholes.

Para concretar el cambio de titular y de la dirección del negocio –modificación que requiere la autorización del Cabildo–, el funcionario municipal fijó un pago de 10 mil pesos, con la advertencia de que podría incrementarse según la celeridad que demandara el interesado, y la suma que fijaran los ediles.

“Depende lo que le quieras meter va a salir más rápido. Necesito primero que me lo traigas (el expediente), tenerlo ya, mandarlo y decirles: ‘¿Sabes qué? Éstos están muy interesados, ¿qué onda, cuánto? No, pues tanto’ y ya te digo”, explica.

“Yo soy el que hablo con ellos, con los regidores”, agrega. “¿No ves que toda la papelería llega aquí conmigo? Forzosamente tiene que venir aquí conmigo. Ellos (los regidores) no hacen más nada sin que yo les diga. Ellos no lo aprueban si yo no se los mando”.

El coordinador aparta la vista del monitor por primera vez para aclarar que la cuota es...

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