Venden comida venezolanas ¡afuera del INM!

Elena Sulbarán parece conocer a gran parte de los extranjeros que llegan a esta calle. Coreanos, ecuatorianos, cubanos, venezolanos y hondureños se detienen a comprarle arepas, empanadas o pastelitos andinos.

Está a unos metros del Instituto Nacional de Migración, en Monterrey, con tres hieleras y un termo con casi 20 de litros de papelón con limón, bebida tradicional de Venezuela.

La sede del INM está al fondo de una calle sin salida, paralela a la Avenida Lázaro Cárdenas, y los migrantes con algún trámite, quienes acuden cada semana o cada quincena a firmar, pasan frente de Elena.

Es de Barinas, Venezuela, donde con su esposo tenía una ferretería y un negocio de productos naturistas que se fue a la quiebra, tras el colapso económico de aquel país.

"Jamás había vendido comida en la calle, tenía mi propio local", cuenta Elena, de 36 años, "pero Dios da oportunidades en todas partes, no me amilana vender comida en la calle".

Hace un año huyó de Venezuela con su esposo y sus hijas de 9 y 8 años.

Solicitaron refugio por la falta de educación para las niñas y de acceso a la salud, y hace dos meses se los aprobaron.

Primero...

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