Verdad y justicia, los pendientes

AutorJavier Sicilia

Ante hechos sombríos, todos los pueblos sin excepción prefieren el olvido a la verdad y el recuerdo. De allí esa palabra que se deslizó como un lapsus linguae en la justicia transicional: amnistía (olvido). Pero, como lo ha señalado Han Küng, refiriéndose a la sentencia de Santayana -"Quien olvida su historia está condenado a repetirla"-, ni la represión de la realidad ni el olvido llevan a la liberación; sólo el recuerdo y el reconocimiento.

Desde hace dos sexenios, México padece una violencia atroz, cuyos trágicos costos no han sido asumidos con toda responsabilidad ni por los gobiernos que la han propiciado ni por una buena parte de la sociedad.

Pese a la irrefutable verdad de sus testimonios, a las víctimas se les ha intentado olvidar reduciéndolas a cifras y abstracciones, despreciándolas ("algo habrán hecho", "seguramente se lo merecían", "ya supérenlo"), impidiendo, como en el caso Ayotzinapa, el esclarecimiento de los hechos, limitando la apertura de fosas clandestinas, colocando por encima del sufrimiento otras agendas y normalizando el horror. La tragedia, como sucedió con el libro de Levi, es tan espantosa que, para evitar el inmenso costo en sufrimiento moral y en inversión económica que implica encararlo, es preferible mirar hacia otro lado, relativizar su gravedad, hacer como que no existe ni existió.

La llegada de López Obrador como virtual candidato electo a la Presidencia de la República ha traído una bocanada de oxígeno y una esperanza a la tragedia. En su discurso del 1 de julio asumió, como una de las prioridades de su gobierno, "cambiar la estrategia fallida de combate a la inseguridad y la violencia" y elaborar un "plan de reconciliación y de paz".

Por desgracia, preso del miedo que padecen todos los pueblos ante sus hechos siniestros, Andrés Manuel olvidó a las víctimas. No hubo para ellas una palabra, un abrazo, una memoria, un lugar, un compromiso. No existen en su camino hacia la paz y la reconciliación. Eso preocupa. No sólo porque al silenciarlas López Obrador incurrió en el mismo olvido y en el mismo desprecio de los anteriores gobiernos, sino porque sin las víctimas y la verdad que llevan consigo, sin su clamor de memoria y justicia, no habrá nunca paz, mucho menos reconciliación.

Sin la verdad, que guarda la memoria (hay que crear una comisión de la verdad para saber con claridad quiénes son las víctimas, qué les sucedió, quiénes son responsables de sus muertes y dónde están los desaparecidos) y sin la...

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