Viaje a la entraña del teatro de ópera (II)

AutorSamuel Máynez Champion

Éste, como se recordará, fue una creación del arquitecto Andrea Palladio, cuyos manejos del espacio y la perspectiva sentaron precedente para el devenir de las edificaciones de su tipo que poblarían el mundo. Cabe agregar que todavía en la platea de ese recinto la aristocracia convivía con la plebe en un mismo nivel de graderías.

Así pues, nos corresponde ahora proseguir con la narrativa ya planteada, mas no sobra mencionar que el recorrido que estamos haciendo se origina por la noticia de la inminente reconstrucción del Teatro San Cassian, el mismo donde arrancó el concepto de teatro comercial, y por la conversación de esta columna con Francesco Fanna, quien participa en la iniciativa dada su calidad de director del Istituto Italiano Antonio Vivaldi.

Dejando atrás las aportaciones de Palla-dio, el sucesivo desarrollo estructural avino con el Teatro Farnese de Parma que construyó, en 1618, Giovanni Battista Alleoti. Para mayor precisión, el Farnese se considera también como prototipo del teatro moderno. Entre sus innovaciones destacan un palco escénico enmarcado por un recio arco de proscenio y, por vez primera, la platea a forma de herradura de caballo.(1) Además, la prodigiosa inventiva de Alleoti ideó el mecanismo para que las escenografías pudieran moverse a través de un sistema que las cambiaba en segundos. A la vera de Alleoti, debe colocarse a Giacomo Torelli como a otro de los forjadores de la imaginería visual.

Fueron ellos, con sus artilugios mecánicos, quienes lograron que volaran objetos por los aires y que falsas tempestades amedrentaran a niños e ingenuos pero, sobre todo, que las escenografías se sucedieran con la suficiente rapidez para que la estupefacción estuviera asegurada. La superchería de la época los tachó de testaferros del diablo. Sus diabolerías fueron simiente de aquello que el cine denominaría efectos especiales.

Consideremos ahora a la acústica. Es de remarcar que la forma de herradura equina fue una aportación trascendente pues, además de permitirle al público percibir una mayor intensidad del sonido directo en relación a aquel reverberado, le crea una ilusión auditiva al sentirse rodeado de vibraciones sonoras, como si éstas giraran en su derredor.

Tenemos que llegar hasta 1661 para toparnos con la última invención que definió el concepto arquitectónico del teatro de ópera. Hablamos de la incorporación del sistema de palcos sobrepuestos en diversos pisos u órdenes. Fue Ferdinando Tacca quien así los diseñó...

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