Una vieja versión refutada por el gobierno

AutorRodrigo Vera

Durante la conferencia mañanera del pasado 10 de diciembre, Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración, de la Secretaría de Gobernación, descalificó la posición sostenida por la representación del gobierno mexicano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre la muerte de Ernestina Ascencio Rosario, ya que -dijo- es la misma del gobierno de Felipe Calderón.

En palabras del entonces presidente -dijo Encinas-, "la señora Ernestina murió de gastritis crónica. Esta posición, por supuesto, es inaceptable para el (actual) gobierno de México, por lo cual queremos señalar que la posición sostenida en la reunión de trabajo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos esta semana no representa la posición del Estado mexicano, las políticas en materia de protección y garantía de los derechos humanos y no representa las instrucciones que el presidente (Andrés Manuel López Obrador) nos ha dado para atender estos asuntos".

Por ello, adelantó el subsecretario, "la Fiscalía de Justicia de Veracruz abrirá de nueva cuenta las indagatorias hasta agotar todas las líneas de investigación".

Además prometió que este domingo 3 se le presentará a la CIDH un informe encaminado a "resolver de fondo este hecho y a garantizar justicia y la reparación integral del daño".

De esta manera Encinas se deslindó de la versión impuesta por Calderón, mediante la cual exculpó a miembros del Ejército que presuntamente violaron y causaron la muerte de la indígena de 73 años en la Sierra de Zongolica.

Para imponer su versión, Calderón se valió de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), entonces a cargo de José Luis Soberanes, que desechó los señalamientos contra cuatro soldados de ser los agresores de la víctima.

Las maniobras de los gobiernos de Calderón y de Veracruz para encubrir al Ejército fueron entonces documentadas por la corresponsal de Proceso Regina Martínez, asesinada en abril de 2012.

Tan pronto ocurrió el homicidio de As-cencio, este semanario estuvo en la olvidada comunidad náhuatl de Tetlatzinga, perteneciente al municipio de Soledad Atzompa, en plena Sierra de Zongolica, donde vivía la víctima. Ahí se recogieron los relatos de sus hijos Martha Inés y Francisco, así como de otros testigos que la vieron morir y señalaron a los militares.

Martha explicó que todavía alcanzó a encontrar consciente a su madre en un paraje cubierto de hojarasca, y Ernestina le reveló con mucho esfuerzo: "Fueron los...

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