Vigencia de Mariátegui: Arte y dinero

AutorRaquel Tibol

Pero resulta que hace más de medio siglo el señor Alfonso Gracia, refugiado español que había establecido en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, una librería selecta, tuvo lafeliz ocurrencia de instalar dentro de su negocio una pequeña sección de dibujos, estampas y pinturas, los cuales vendía a precios accesibles, con la posibilidad de hacer pagos a plazos.

Entonces en Monterrey aún no funcionaban museos o galerías, pero ya existían entre la gente adinerada coleccionistas enterados y exigentes; pero la propuesta de Alfonso Gracia hizo que también la pequeña burguesía (empleados, profesionistas, educadores, etc.) pudieran adornar sus casas con imágenes de buenos artistas, principalmente jóvenes.

La cuestión del arte y el que lo subvenciona o adquiere es una historia no de siglos sino de milenios, cuyo carácter fue cambiando al ritmo de la evolución socio-económica de las sociedades. De esto se ocupó el muy notable escritor peruano José Carlos Mariátegui (Lima, 1895-1930). Político y ensayista, en 1928 fundó el Partido Comunista, y dos años antes la revista Amauta, donde quedó consignado su pensamiento americanista. El 14 de octubre de 1925, en la revista limeña Mundial publicó el artículo "El artista y la época", reproducido postumamente en 1958 en el tomo 6 de las Obras Completas, organizadas por sus hijos con respeto y admiración por su progenitor muerto prematuramente. Pese a los 87 años transcurridos, el ensayo de Mariátegui no ha perdido un ápice de vigencia, por lo que me permitiré hacer una síntesis de los párrafos ligados al tema del arte y el dinero en tiempos más recientes.

"El artista contemporáneo se queja, frecuentemente, de que esta sociedad o esta civilización no le hace justicia. Su queja no es arbitraria. (...) La burguesía quiere del artista un arte que corteje y adule su gusto mediocre. Quiere, en todo caso, un arte consagrado por sus peritos y tasadores. La obra de arte no tiene, en el mercado burgués, un valor intrínseco sino un valor fiduciario. (...) El éxito de un pintor depende, más o menos, de las mismas condiciones que el éxito de un negocio. Su pintura necesita uno o varios empresarios que la administren diestra y sagazmente. El renombre se fabrica a base de publicidad. (...) El artista debe sacrificar su personalidad, su temperamento, su estilo, si no quiere, heroicamente, morirse de hambre. (...)

"Piensa que el artista de la Edad Media, del Renacimiento, etc., encontraba en laclase dominante de entonces una...

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