La violencia hacia los residuales

AutorMarta Lamas

La violencia en segundo grado, que es la que quiero comentar, atañe al proceso político que priva tendencialmente a ciertos individuos (y tal vez de manera creciente a una gran masa de ellos) de todo recurso simbólico contra la primera violencia. Según Ogilvie esta segunda violencia funciona como "pérdida" de lo que jamás habrán tenido, lo que constituye una experiencia individual traumatizante y una situación sociológica en la que "se encuentran precipitados todos aquellos que no reciben nada a cambio de la violencia que padecen". El psicoanalista se refiere en especial a aquellos seres cuya particularidad nunca es objeto de ningún reconocimiento. Esta violencia es más extrema porque precisamente nunca es identificada o representada como tal. Balibar nos recuerda que lo que se consideran las "clases peligrosas" (el "populacho") son, al mismo tiempo, objeto y agentes de una violencia anónima, que los mantiene fuera de la representación. Ogilvie califica a esas personas excluidas de la representación como un grupo residual que está presente en la escena social y que es "tanto lastimero como amenazador", pues no dispone de ningún "lugar" que le permita concebirse a sí mismo como una parte del "todo" estatal, como un actor del juego político.

No puedo dejar de asociar lo que dice Ogilvie con la ausencia de "lugar" de esos jóvenes paupérrimos, rurales como los normalistas de Ayotzinapa, pero también urbanos, como los que pululan en los cinturones de miseria de nuestras ciudades. ¿Cómo otorgar un "lugar" nutrido grupo "residual, lastimero y amenazador" que sigue inserto en una violencia social plena de miseria y falta de oportunidades?

Ogilvie habla también de una "violencia sin dirección" que se expresa de manera brutal como una causalidad sin objetivo y que no...

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