Violencia política y salvaguardia cultural

AutorJorge Sánchez Cordero

La parlamentaria conservadora Thelma Cazalet-Keir, integrante del partido de Winston Churchill, hizo propia esta sugerencia y la planteó al pleno camaral antes del receso de 1940; después la dirigió al Tesoro inglés para que éste mediara entre el Parlamento y el Museo Británico. Al argumento de Fifye, Cazalet-Keir agregó inusualmente que las obras de arte deben estar vinculadas a su lugar de origen. Sin embargo, la originalidad de este argumento le corresponde a ArthurWellesley (1769-1852), duque de Wellington y comandante de las tropas británicas, quien después de las guerras napoleónicas exigió que el botín bonapartista fuera restituido a sus lugares de origen. Con ello dio inicio a los llamados Principios Wellington.

La propuesta de Cazalet-Keir le fue turnada a W.L.C. Knight, oficial encargado de Grecia en el Ministerio de Relaciones Exteriores; ésta dio origen a una intensa porfía, que llegó hasta el ministro Anthony Edén pero acompañada de una opinión adversa. Al término del debate, la respuesta -lacónica- correspondió a Clement Attlee, lord Guardián del Privy Seal (Lord Privy Seal), el quinto en el rango de la jerarquía burocrática británica: "El gobierno no está preparado para elaborar una legislación con ese propósito". Los anales de esta polémica se encuentran resguardados celosamente, por razones más que obvias, en los archivos ingleses.

La propuesta fue nuevamente formulada en octubre de 1942 por el parlamentario laborista Ivor Bulmer-Thomas, quien requirió al gobierno de Churchill que el Reino Unido mostrara su gratitud por la resistencia de la guerrilla griega ante la ocupación nazi; el mutismo de Churchill, a quien le asistía un notable pasado colonialista, fue más que elocuente.

Estos hechos son relevantes para el presente análisis, porque evidencian la forma en la que el legado cultural en la historia se ha empleado con frecuencia como moneda de cambio en la trama diplomática. Más aún, dejan ver que las iniciativas de reintegración de bienes culturales varían y se imbrican con circunstancias políticas, al margen de toda consideración técnica y cultural.

A esos mismos entretelones responde la nueva arquitectura del mercado internacional del arte, especialmente por lo que respecta a los bienes arqueológicos, con singular énfasis en los provenientes de las zonas de conñicto armado. La depredación de los sitios culturales, sobre todo los arqueológicos en el cercano y Medio Oriente, han estado asociados a una intensa violencia política y cultural. Estos actos, perpetrados por grupos terroristas, se han escenificado por igual en los países de origen y en los de destino, lo que ha suscitado una gran inquietud en éstos últimos.

Lo anterior ha obligado a los países de destino a adoptar medidas legislativas que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR