Los violentos

AutorJavier Sicilia

Lo pavoroso de esa violencia es que no provino de psicópatas, perversos y sádicos que tienen aterrorizado al país con crímenes atroces, sino de gente normal, de gente que, como nosotros, ama a sus hijos; que, como nosotros, quiere el bien y la paz, pero que anteponiendo su fanatismo político a la espantosa realidad del país, a nuestro sufrimiento y a nuestra propuesta de verdad y justicia, se volvieron -como Hannah Arendt describió a Adolph Eichmann durante su juicio en Jerusalén- aterradoramente normales.

Esta normalidad que, cegada por lo ideológico, utiliza discursos de desprecio y odio, como lo hace el sadismo del crimen organizado con sus víctimas, es mucho más terrorífica que todas las atrocidades que diariamente se cometen en el país, porque en nombre de la supuesta bondad de un gobierno justifican lo atroz a la vez que lo ocultan e inoculan en la vida social y política el germen de la enemistad, del odio y del rencor que buscan combatir.

Al mirar y escuchar el 26 de enero en la plancha del Zócalo a esos seres normales que nos cerraban el paso coreando insultos -que el subsecretario de Gobernación Ricardo Peralta potenció con su abominable tuit, "A chillidos de marrano, oídos de chicharronero", y que el presidente aprobó al día siguiente elevándolos al rango de "diferencias de opinión"- pensé en los gritos de odio que, mucho antes de la Solución Final -que hizo de Eichmann un asesino, gente normal, "aterradoramente normal" como él-, lanzaba contra los judíos en la Alemania nazi.

Pensé también en ese tipo de delincuencia que las ideologías fabrican y que hacen decir a la gente normal no sólo cosas que promueven el crimen, sino que, "ya que del dicho al hecho hay sólo un trecho", la impulsan a llevarlos a cabo sin saber ni intuir que en uno y otro caso cometen actos de maldad. Enfebrecidos por un odio inoculado por lo ideológico, muchos de aquellos que nos insultaban bajo el grito de "Es un honor estar con Obrador", llegaron a patear y a golpear en las costillas a algunas de las víctimas, que en medio de la violencia dimos una lección de la dignidad y la paz que buscamos.

En un país con cerca de 300 mil asesinados, de 66 mil desaparecidos, de actos de crueldad aterradores, esas formas de la agresión que se promueven desde la presidencia y Morena, están no sólo escalando la violencia a sitios aún intocados por ella, sino normalizándola como parte de la vida social y política, banalizando el mal y haciendo que las palabras y el...

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