Virgilio Piñera: Cuba enmieda el error

AutorColumba Vertiz De La Fuente

LA HABANA, CUBA.- La isla caribeña le brinda tributo al poeta, narrador, traductor y dramaturgo Virgilio Pinera, considerado uno de los personajes más destacados e influyentes del panorama artístico literario del siglo XX, no sólo de esta nación sino de Latinoamérica, aunque en vida, como lo señala el dramaturgo Antón Arrufat, "integró la categoría social del marginado" por el carácter cuestionador de su producción literaria y por su homosexualismo.

Uno de sus discípulos, Abelardo Es-torino, cree que se le hace justicia a Pinera, quien nació el 4 de agosto de 1912 en Matanzas y falleció el 18 de octubre de 1979 en La Habana.

Para recordar a Pinera se han hecho coloquios, exposiciones, ediciones de sus principales libros y otros tributos.

A decir de Miguel Barnet, poeta y presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), al autor de la obra teatral Aire frío "se le debe recordar como lo que fue, un escritor atormentado con una visión entre acida y dulce de la vida, no es que fuera un pesimista, pero era un escéptico y eso le daba a su obra una tónica particular; un escritor con una vida dura, difícil, de penurias, y sin embargo vio realizados sus sueños de escritor en la revolución cubana que después por razones de su homosexualidad bravia tuvo periodos de dificultades serias, pero siempre estuvo aquí, permaneció con nosotros".

Para Barnet, "era un hombre de ideas de izquierda al principio de la revolución, dirigió las Ediciones R, Ediciones Revolución, y participó en todo, en la vida cultural, fue un gran traductor de francés y yo, como escritor y poeta que soy, lo veo como un duende activo, siempre haciendo sus mohines detrás de las cortinas. Era una persona que podía un día estar de buen humor y otro día de muy mal humor".

Cuenta a Proceso que tuvo una relación "muy buena" con él porque asumió que tratarlo era un desafío:

"Era un transgresor, pero de los grandes escritores cubanos junto con Alejo Carpen-tier, José Lezama Lima y Nicolás Guillen. Él constituye lo que Octavio Paz llamaría el cuadrivio de la literatura cubana. Yo lo valoro mucho como cuentista y también como dramaturgo. Su poesía tiene altibajos, pero es una poesía directa y llana, coloquial, de la circunstancia, despojada de metáforas innecesarias. Escribió uno de los grandes poemas de la poesía cubana, La isla en Peso (1943), extraordinariamente dramático, descarnado, duro, pero en mi opinión de una gran belleza.

Celebramos su centenario con júbilo y amor...

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