Virgilio Fernández del Real: del exilio al arraigo

AutorVerónica Espinosa

GUANAJUATO, GTO.- Promotor cultural, médico, intelectual, combatiente de la Brigada Internacional en la Guerra Civil Española... A sus casi cien años -que cumplirá en diciembre-, Virgilio Fernández del Real acudió el domingo 1, en silla de ruedas pero con toda su lucidez a cuestas, a la casilla del barrio de Marfil donde reside desde hace décadas, y votó "por ya saben quién".

Espera que le alcance la vida para ver a Andrés Manuel López Obrador gobernar y "que cumpla como los buenos".

El exiliado español fue fundador del Museo Gene Byron, nombre de su primera esposa, una actriz de radio y pintora canadiense con la que compartió el gusto por la promoción del arte.

Gene contribuyó a crear los primeros espacios y galerías de arte en Monterrey. Virgilio Fernández le atribuye además la apertura de la primera exposición que hubo en Tampico, Tamaulipas, a fines de los años cuarenta.

En Guanajuato, el médico forjó un patrimonio con un taller de elaboración de artesanías de importación -con diseños de Gene- que funcionó muy bien, dice, "sin necesidad de explotar a los trabajadores, pagándoles bien, se puede vivir bien dejando vivir".

Pero la contribución de Fernández del Real al país que lo recibió durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas, prácticamente comenzó desde que puso el primer pie al desembarcar en Veracruz, y no se ha limitado a la promoción cultural o a su labor como médico.

Nacido en Larache, Marruecos, el 26 de diciembre de 1918, los recuerdos infantiles y de juventud de Virgilio Fernández se remiten a los campos de vid y olivo en los que trabajaban los jornaleros en muy malas condiciones.

"Los campesinos vivían muy mal, apenas tenían para comer", dice al referir que demás conoció a jornaleros sindicalistas y anarquistas que exigían una paga mejor y debían recorrer distintas regiones con sus familias a cuestas y a veces pidiendo un mendrugo, pues les negaban el trabajo.

Desde entonces comencé a ver la parte injusta de la vida, las clases sociales, los que tenían; los que no tenían estaban jodidos.

Lo describe así en una conversación con Proceso en su casa, llena de luz y cuyos muros revientan de pinturas, grabados, dibujos, artesanías de latón y fotografías, siempre acompañado por su esposa Estela Cordero.

Virgilio se hizo auxiliar técnico en medicina y cirugía (el equivalente actual a un enfermero) en España:

Nos cambiamos de Cabras a Madrid para que yo pudiera estudiar medicina, lo que yo quería estudiar. Estando en Madrid...

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