"Viviendo al límite"

AutorJavier Betancourt

Durante una larga noche de adrenalina en los bajos fondos neoyorkinos, pócima donde se mezclan persecuciones, golpizas y escapadas, un parque de diversiones desierto, en una botella llena de LSD líquido, los hermanos Safdie, Josh y Bennie, realizadores de Viviendo al límite (Good Time; E.U., 2017), exponen la pesadilla del malestar urbano americano.

No hay rehabilitación en Estados Unidos -sostiene Josh en una entrevista para el diario británico The Guardian-. La mayoría de la gente en el sistema penal son víctimas.

El hecho de que Nick sea un chavo con problemas de aprendizaje a quien Connie arrebata de su sesión terapéutica, y a quien le tocan los golpes y el atropello policíaco, ilustra bien esta manera de pensar. No que Good Time deba leerse como cinta de denuncia, pues el regodeo en la violencia y el ritmo alucinógeno de discoteca, de principio a fin, delatan la predilección de los realizadores, su fascinación por la acción y el rechazo a defender una postura moral.

Pero si al espectador le corresponde hacerse cargo del problema ético que alborota Connie en la estela de destrucción que deja a cada paso -ya sea cuando manipula sin escrúpulos a inmigrantes o cuando se hace pasar, junto con Nick por negro enmascarado durante el asalto o explota sentimentalmente a su novia (la magnífica Jennifer Jason Lee, en una breve aparición)-, lo que circula por la médula de la narrativa de los Safdies es la pugna constante con la autoridad, la inseguridad y las relaciones de poder como respuesta.

Esta colección de razas y especies diferentes se une en su odio hacia la...

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