El Valedor/ De vocación carnicera

El crimen de Estado y la guerra sucia, mis valedores. Tal es el tema que algún domingo y durante un par de horas (10 a 12 de la mañana) analicé para ustedes en nuestro Domingo 7, de Radio UNAM. Porque muchos no me escucharon (tiempo del clásico pasecito a la red), aquí y ahora me refiero una vez más a ese par de episodios de la historia trágica del país: el dos de octubre de 1968 y la guerra sucia de los años 70 y 80. Mis valedores:

La relación del Sistema de poder con todos nosotros, la denominada sociedad civil, ha resultado conflictiva siempre y siempre lesiva para nuestros intereses, que nosotros no sabemos, no queremos defender porque el Sistema, como vía de control, nos mantiene en la ignorancia, y con ella en la sumisión y la dependencia, apersogados a la condición de inmaduros que prefieren delegar siempre, y asumir nunca. Trágico.

Hoy mismo, mis valedores, el Sistema nos confunde y distorsiona la realidad al meter en el mismo morral dos asuntos opuestos uno del otro: el crimen de Estado y la guerra sucia:

¡Dos de octubre no se olvida...!

¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos de vuelta...!

Ante el par de proclamas asoma la doblez del Sistema, cuya cabeza de playa en este país (Fox) había prometido cuando candidato:

"Necesitamos una presidencia de la República ética, que olvide la reglita de oro donde cada presidente protege al anterior. Eso no puede seguir. Me propongo abrir lo que ha permanecido cerrado en episodios sensibles de nuestra historia reciente e investigar lo que no ha sido resuelto".

Y ya cuando huésped de las cabañas de Los Pinos:

"Queremos avanzar en materia de derechos humanos en lo que tiene que ver con el 68 y con los desaparecidos de los años 70 y 80s".

¿Y qué es lo que hace en la práctica? Crear una Fiscalía Especial para Desaparecidos, con un Ignacio Carrillo Prieto como titular. Y ya. Todo resuelto. Pues sí, pero no, que aquí la trampa para incautos: la fiscalía se encargará de investigar el caso de los desaparecidos, no de las víctimas de la Plaza de las Tres Culturas que viven todavía, que sobrevivieron al horror de Tlatelolco y mal viven aquí, allá en diversos puntos de esta ciudad. Es a ellos a quienes debiera compensárseles, así sea en mínima parte, por el daño -casi siempre irreversible- que les causó la vesania de los matanceros, el genocida y su entonces secretario de Gobernación. Porque, mis valedores:

El Crimen de Estado y la guerra sucia son dos episodios trágicos, pero de índole muy...

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