Las voces que no se pueden callar

AutorMarta Lamas

En la cuidadosa lectura que Ana Sofía Rodríguez Everaert hizo de mi primer borrador notó que, en la Primavera Violeta de 2016 las madres de las víctimas no tienen el protagonismo que adquieren luego, en el 8M de 2019, donde ya encabezan la marcha, al igual que ocurre en la de 2020. ¿Cómo se da este cambio? Según ella, parte de la explicación radica en el rumbo que ha tomado la protesta civil en su conjunto en el país desde Ayotzinapa, donde los reclamos de madres y familiares cobraron mucha importancia. Sí, pero también creo que la temporalidad afectiva de la Cuarta Ola latinoamericana ha incidido. Me explico. Cuando en Ciudad Juárez empiezan a darse a conocer los espantosos feminicidios surge, a mitad de los años noventa, la consigna "Ni Una Menos", que se le ha adjudicado a Susana Chávez Castillo, poeta y activista mexicana, que denunció los asesinatos de mujeres en esa ciudad y fue violada y asesinada en 2011. Sin embargo, quienes vuelven viral esa consigna y conmueven con ella a toda la región son las feministas argentinas que en junio de 2015 salen masivamente a la calle a protestar por el femi-nicidio de una joven (Accosatto y Sendra 2018). Si bien en México ya había habido marchas por los feminicidios, la iniciativa argentina prendió como reguero de pólvora. Ese tipo de fenómeno masivo, movido por un impulso de emoción e instrumentado digitalmente, encaja precisamente en lo que Chamberlain denomina "temporalidad afectiva". Aunque en México muchísimas feministas han acompañado desde los años noventa a las madres de víctimas de feminicidio, nunca hubo, antes de ahora, una manifestación de tal impacto. Ni siquiera cuando ocurrió el estremecedor asesinato de Marisela Escobedo, asesinada por un sicario frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua por seguir protestando porque el asesino de su hija Rubí se había dado a la fuga, las feministas logramos una convocatoria de tal dimensión. Ese deleznable asesinato ocurrió en 2010. Diez años después, en la masiva marcha del 8M, el contingente de las madres iba en primer lugar, y eso me remite a la "temporalidad afectiva" de la Cuarta Ola.

... En septiembre de 2020, un grupo de las madres de víctimas de feminicidio y de graves abusos, junto con activistas feministas, "explotaron" y tomaron un inmueble de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH en adelante) y lo convirtieron en la Casa Refugio Ni Una Menos. Esa okupación pone en acto un añejo reclamo de justicia. Esas madres y familiares...

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