Zócalo sitiado

AutorFabrizio Mejía Madrid

Para los tres generales de la Revolución después de la derrota de Victoriano Huerta, la Ciudad de México es inasible. Zapata la ve como la entrada a su zona de influencia -Milpa Alta, Xochimilco, Tláhuac, Morelos y el Estado de México- y la asoló en una guerra de guerrillas, pillajes y sabotajes. Sus soldados regresaban a sus tierras cuando había que cosechar la caña de azúcar y la milpa. A Villa le quedó siempre muy lejos de donde se surtía de armas y municiones, la frontera norte. Para Obregón era simplemente el punto de un arco que protegía la retaguardia del Primer Jefe Constitucionalista, Carranza, que hizo del puerto de Veracruz la capital momentánea del país tras la intervención estadunidense. La desconfianza de los jefes revolucionarios provenía de que jamás, en toda la lucha de facciones entre convencionistas y consti-tucionalistas, la Ciudad de México se alió a un bando. La "rectitud" que fue bandera del ayuntamiento nunca se dobló. En una sesión de las municipalidades se les pide a sus funcionarios electos que le rindan un informe del estado de la ciudad a Venustiano Carranza. La respuesta es muy clara: "No podemos hacerlo porque pasaríamos de ser constitucionales a ser constitucionalistas".

Cuento esto porque pareciera que a los partidos del Pacto por México y a sus dirigentes en la Ciudad de México se les ha olvidado que nadie la tiene nunca. La privatización que del Zócalo ha hecho la actual burocracia es ridicula: organiza carreras de coches, exhibiciones impúdicas de las fuerzas armadas y conciertos que promueven lo que ya se promueve en la televisión monopólica, pero -¡ah!- no deja entrar a los maestros disidentes. El episodio de la marcha en defensa de la educación pública terminó con una declaración de la secretaria de Gobierno: "Todo mundo se puede expresar, pero no en el Zócalo". Había comparado una "feria de los servicios que brinda la CDMX" a la indignación por la masacre de profesores en Nochixtlán, Oaxaca: "Es un problema de logística", dijo la funcionaría. Y se fue a autopromoverse sin el menor remordimiento.

Hay una idea de los partidos de "tener" la Ciudad de México porque la saben inasible: para el Constituyente, el partido del Pacto por México se aseguró 40 puestos de 98 por "adjudicación directa", como se dice en las oficinas burocráticas cuando se quiere beneficiar a los amigos con los contratos: "Amistad que no se refleja en el presupuesto es perecedera". Pero también tratarán de usar el naciente texto...

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