La "zona" le cambió la vida

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- Igor Fedorovich Kostin acababa de cumplir 36 años cuando descubrió su pasión por la fotografía. Ingeniero moldavo avecindado en Kiev, diseñaba máquinas y herramientas para las fuerzas armadas soviéticas.

Se casó con la hija de un miembro de la nomenklatura ucraniana y gozaba de una existencia privilegiada.

Y de la noche a la mañana lo dejó todo -esposa, hijo, trabajo, posición social- para dedicarse exclusivamente a la fotografía.

Su sueño era trabajar en Novosti. No era miembro del Partido Comunista ni tenía experiencia como fotorreportero, así que debió hacer méritos para entreabrir la puerta de la agencia de noticias soviética.

En su libro Chernobyl, confesiones de un reportero, publicado en 2006, recordó: "Me tomó cinco años de trabajo duro aprender realmente el oficio. Pero finalmente acabé por entender que cada foto debe ser a la vez bella y llena de sentido. Una foto debe ser una obra de arte, cualquiera que sea su tema".

Con el tiempo Kostin se abrió paso en Novosti y fue enviado como corresponsal de guerra a Vietnam, Kampuchea y Afganistán. Pero no se sentía libre: "Era el único reportero de la agencia que no pertenecía al partido. Estaba siempre en la mira de los agentes del KGB. No me dejaban hacer mis propias fotos. No me permitían ir al frente. Yo tenía que tomar las fotos que ellos querían. Me sentía como un peón al servicio de su propaganda".

El 26 de abril de 1986 estalló el reactor número 4 de la central nuclear de Chernobyl. La llamada telefónica de un amigo, piloto de helicóptero, en la madrugada de ese día cambió otra vez el curso de su destino.

"En Chernobyl todo se volvió posible. Conquisté mi libertad. Al principio, por su-pesto, fue duro. Había control y consignas. Pero en esos años de glasnost y peres-troika estábamos cambiando de época. El sistema estaba lleno de grietas y me las arreglé para aprovecharlas todas. Luego asistí al derrumbe del régimen. Más que la caída del muro de Berlín, para mí Chernobyl es el verdadero símbolo del fin de la Unión Soviética. Muchos lo pensamos así."

A partir de 1986 y casi hasta su muerte, en 2015, Kostin dedicó gran parte de su vida a Chernobyl. No podía pasar mucho...

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